domingo, 11 de diciembre de 2016

Sobre el derecho a la intimidad

En octubre de 2009 creé el blog del Capiscol. Una de las claves del éxito de aquella iniciativa fue la de compartir cientos de fotos cada semana en la que aparecían prácticamente la totalidad de los atletas participantes en la prueba en cuestión. Desde entonces, he compartido en la Red más de 130.000 fotos. En la mayoría de ellas aparecen menores.

¿Hasta que punto tengo derecho a compartir esas fotos sin el consentimiento de sus padres o tutores? De hecho, ya ha habido quien me ha cuestionado ese proceder. Y más importante aún para mí ¿en qué medida esa exposición pública puede dañar a los menores?

Desde el primer momento, he considerado que la difusión de fotos tomadas en eventos públicos que no invaden el ámbito privado de ningún fotografiado no sobrepasa ningún límite legal. Es mi respuesta a la primera cuestión. Además, sería absolutamente inviable recabar las autorizaciones en fotos donde aparecen decenas de niños. Y por otro lado ¿se imaginan una foto de la salida de los alevines con todas las caritas pixeladas? Parecerían delincuentes en vez de deportistas. No seguiré por esa línea.

En cuanto a la segunda pregunta, jamás he publicado una foto en la que considerase que quien aparecía en la misma pudiese sentirse ofendido. Ese ha sido mi principal criterio para la selección de las imágenes que he subido a la Red. Reconozco que es un criterio subjetivo en el que no existen herramientas correctoras, pero es el mejor camino que he encontrado para hacer las cosas de la mejor manera posible.

Y sin embargo, mantengo ciertas dudas. Porque ojos con intenciones diferentes ven cosas diferentes en la misma foto. Y porque el paso del tiempo hace que vaya evolucionando el mensaje que subyace en cada toma.


Después de haber escrito lo anterior, he visto este montaje de mis hijas cuando comenzaban con el atletismo. Está en la Red ¿Podría perjudicarlas cuando busquen su primer trabajo? ¿Si la viese alguien de su entorno podría utilizarla para hacerles daño? Son cuestiones sobre las que debemos reflexionar, sin duda alguna, pero también en la manera en que los padres enseñemos a nuestros hijos a usar adecuadamente Internet, porque si comparo la foto que más me preocupe de las que he publicado, con las que puedo ver en las redes sociales de algunos menores muy cercanos a mi, tengo claro que que el daño que yo pudiera causar es comparativamente insignificante ;-)

P.S. Trece años compartiendo fotos en la Red y solo he tenido que retirar una por petición externa. Lo contaré brevemente y con los detalles mínimos para no perjudicar a nadie. Después de una San Silvestre Cidiana me llaman para que retire una foto del blog del Capis. Veo la imagen y no encuentro ningún motivo para cumplir la petición:
-No veo nada raro en la foto. Si al que sale no le gusta, lo siento por él.
-Es que... la verdad... ¿cómo te lo digo? Es amigo mío y me ha pedido que quites la foto
-Pues como si es amigo del Papá de Roma ¡Solo me faltaría que antes de subir las fotos a Internet tuviese que consultar a todos los de la carrera. Ya sabes que ayer corrieron más de 5.000 personas. Si no le gusta, pues que se joda.
-Mira, te diré la verdad. Es que mi amigo está de baja laboral por enfermedad y tiene miedo de que le perjudique el que se sepa que ha corrido la San Silvestre.

Retiré la foto y me reafirmé en una de mis convicciones: hay más tontos que botellines ;-)

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