Las fotos son caprichosas, como hijos malcriados. Estás intentando que tu sobrino salga bien, y va la foto, o la cámara, o vete tú a saber qué, y te cuela una historia. Una historia que solo verás cuando reveles la foto, es un decir. Y entonces tienes a Héctor en primer plano -que cuando disparaste, ni te diste cuenta que estaba ahí- y que aún con su cabeza cortada, te recuerda cómo empezó esto. Y claro, no te queda más remedio que escucharle. Yo lo resumo.
Ahora hay una excelente marea naranja, pero hubo otra, no menos ejemplar, amarilla. El tsunami lo desató un maestro de los que cada vez quedan menos: Alfredo. Y por aquellos días de 2007, era normal ver a un montón de críos con sus camisetas... amarillas, que les llegaban a los pies. A Mariam le ha gustado la foto porque se ve bien el logo de la Academia Cyma. Porque Héctor ha tenido el detalle de ponerse el dorsal sin tapar al patrocinador.
Yo quería sacar solo a Sergio, con su equipación de la selección y corriendo como un jabato. Luego, utilizaría la imagen para decirle lo bueno que es. Y que lo del fútbol puede estar muy bien, pero amigo, lo del atletismo... Pero me ha salido rana, y se me coló una historia.
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