domingo, 4 de marzo de 2018

Óscar Husillos y el oro más efímero


Ayer, Óscar Husillos conquistó el oro más efímero que he visto jamás. Casi tanto como el Óscar del año pasado de Moonlight. Curioso que ambos compartan nombre.

Pero la historia de ayer es distinta a la de la estatuilla. Óscar Husillos tenía serias opciones de medalla, y lo confirmó con una carrera extraordinaria en Birmingham, la mejor de toda su trayectoria; el más veloz 400 de un atleta blanco bajo techo en toda la historia. Y cuando estaba atendiendo a la televisión española, llegó el mazazo: había sido descalificado. Así que Husillos era una nueva víctima de la epidemia de este Mundial, muy posiblemente la más trágica.

Y en esos precisos instantes, los periodistas deportivos azuzaban la reclamación: que si no había interferido en el triunfo inapelable, que si patatín, que si patatán. También habló Raúl Chapado -presidente del la Federación de Atletismo- y zanjó la cuestión. Si había pisado la línea, no quedaba más que aceptar la decisión de los jueces. Me parecieron unas palabras tremendamente aleccionadoras, y fruto de quien se ha educado en la práctica del verdadero deporte.

Y no quiero terminar esta reflexión sin enviar un abrazo a Óscar Husillos. Soy consciente de que sus compañeros atletas le están arropando en este duro momento. Y sé que no leerá mis palabras. Aún así quiero escribir acá que habrá más días, y más carreras. Y que mañana, Óscar será más fuerte que hoy.

P.S. La foto la tomé en Palencia a finales de mayo de 2016. Al ratito, pregunté que quién era ese velocista que parecía que quería comerse el mundo. Me miraron por encima del hombro, pero me pusieron al corriente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario