Es muy posible que éste sea el primer post de este blog en el que no se habla de atletismo y que no se acompaña de fotos de atletas... o tal vez sí.
Ayer murió Carme Chacón. La noticia me impresionó hasta el punto de buscar más información sobre ella en la Red. No es que me cayese especialmente bien, tal vez todo lo contrario, pero era domingo por la tarde y no tenía nada mejor que hacer.
Enseguida descubrí que Chacón padecía una malformación de nacimiento en su corazón. No era un tema menor, ni muchísimo menos. Por razones que no vienen al caso, me impresionó ese dato. Y seguí con mis búsquedas. Es lo que tiene el diablo desocupado.
Y poco a poco, casi sin darme cuenta, fui descubriendo que Carme ha sido una gran atleta. Tal vez ni ella misma fuese jamás consciente de esa realidad, o tal vez sí, o muy posiblemente ni se lo planteó nunca. Pero el caso es que así fue. Y así lo vi ayer con total nitidez. Y así intentaré explicarlo aquí con brevedad.
Fíjense en esta foto, por favor. Carme Chacón pasa revista a las tropas españolas en Herat, Afganistán, días después de haber sido nombrada ministra de Defensa. La primera mujer en la dilatada historia de España que ha desempeñado ese cargo. Me imagino los pensamientos de algunos de los soldados que forman impertérritos a su paso:
-Sabrá esta tipa del bombo que coño es el Ejército
Lo escribo así porque yo fui soldado y eso mismo hubiese pensado si hubiese sido alguno de ellos en esa formación cerrada. Hubiese pensado eso... y cosas peores que no me atrevo a escribir. Así que no sigo por ese territorio pantanoso que no hará más que enfangarme.
Pero Chacón estuvo allí, marcial a la manera en la que solo puede estarlo una mujer que alberga una nueva vida a sabiendas de que la suya puede colapsar en cualquier momento. Sorteando aquella carrera de obstáculos con éxito. Más aún, con dignidad.
Desde que mis hijas son atletas, he descubierto infinidad de cosas verdaderamente importantes. Una, es que siempre hay que luchar; otra; que la competitividad es algo realmente valioso siempre que mantengas el máximo respeto por tu rival; la tercera es que tú eres tu verdadero y único juez. Hay alguna más que me guardo para mi.
Ayer descubrí que Carme Chacón es una de las más grandes atletas que he visto jamás. Y que tuvo la discreción de mantener ese tesoro oculto, sin alardes innecesarios. Hoy espero que a su hijo Miquel -posiblemente el primer feto ante quien tropas españolas se mantuvieron firmes mientras les pasaba revista quien tenía el poder de las urnas- alguien le enseñe mañana la grandeza de su madre. Y a ella, a ella... que la tierra le sea leve.
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