Cuando mis hijas decidieron ser atletas, no sabía lo que me esperaba. Tampoco me arrepiento, porque he recorrido este terruño, que antes se llamaba España, de punta a punta llevándolas a competir a ellas y muchos de sus compañeros con toda mi ilusión.
Y sobre todo, me siento orgulloso de ser parte del atletismo cuando veo cómo se afronta la competición en otros deportes.
Jamás pensé (ni mucho menos esperé) que mis hijas me retirasen de trabajar. Así que no tengo ahora mayores problemas en ese aspecto. He animado a atletas de otros clubes, y aficionados rivales han jaleado a mis hijas. Es lo que tiene el atletismo, que casi todos sabemos donde estamos.
Y escribo estas tonterías al hilo de espectáculos bochornosos y recientes en el "fúrgol" de base. Afortunadamente, también en el fútbol hay quien tiene dos deditos de frente, leer
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