He oído varias veces el amargor de Lidia Valentín por recibir medallas olímpicas en diferido; es una de las caras oscuras del dopaje, que roba el aplauso oportuno a quien se lo mereció en su momento. Ahora, acabo de leer en EL PAÍS que se ha coronado triple campeona mundial ¡Cuánto me alegro por ella! Tengo la íntima convicción de que es una gran deportista y una excelente competidora.
EL PAÍS tiene abiertos los comentarios en esta noticia: "A chupar de las becas que pagamos todos", "Esta mujer es todo un macho", están entre los cinco primeros... ¡Qué vergüenza!
Por suerte, Lidia está por encima de todas esas miserias; lo ha demostrado con creces en su ya dilatada trayectoria. Para mí, y para quienes amamos de verdad el deporte, es una haltera ejemplar que pelea limpiamente para lograr sus sueños y que representa la mejor imagen de España. Una hermosa mujer.
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