martes, 3 de enero de 2017

Epílogo de una reflexión prescindible


Ayer publiqué un post (acceder) en el que criticaba a Daniel Arce por su actitud en la Cidiana de Burgos. Y parece que ese post ha levantado cierto revuelo en el mundo del atletismo burgalés. No preveía ese resultado, pero es lo que tiene la Red. Tu subes cientos de fotos cada semana para que quien quiera pueda descargárselas gratuitamente y no tiene ni la menor transcendencia. Dices que algo te parece mal, lo firmas con tu nombre y apellido, y hay quien difunde esa información con desgarros de túnicas incluidos. Cosas veredes.

Cuando escribí lo que escribí, mi única intención era dar mi opinión. Si alguien se ha sentido ofendido, sinceramente le pido disculpas. Y especialmente a Dani, en quien he centrado una crítica que no le corresponde en exclusiva. Por otro lado, he seguido a Dani desde hace un montón de tiempo y siempre he sentido simpatía por él. Me parece una persona noble y alegre, y un extraordinario corredor.

Quiero que quede claro que mi opinión -que mantengo- es la de un simple aficionado al atletismo. He procurado expresarla sin ofender a nadie, pero con firmeza. No sabría hacerlo de otra manera. Porque si un grupo de atletas, de los buenos de verdad, se creen con derecho a ponerse unas falditas para denunciar un no se qué en un carrera, creo que yo tendré también derecho a criticar su actitud, ¿o no? Así que no le demos mayor importancia a lo que no la tiene.

Ayer dije que el atletismo es de los atletas. Pero no solo de ellos.

En la imagen, Daniel Arce en la Cidiana de 2014

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