viernes, 11 de noviembre de 2016

Esperando Atapuerca. Una fotito y un rollazo


Hacía frío y yo estaba tumbado sobre la hierba que todavía conservaba la humedad de la escarcha mañanera. Solo se oía el viento.
Y de repente, un disparo lejano ¿cuánto tardarán en llegar? se me hizo interminable. Era la primera carrera importante de mi hija y yo temía que si obtenía un mal resultado... abandonase el atletismo. Si soy sincero, aquella mañana de noviembre de 2009 a mí, el atletismo me importaba un carajo.
Por aquel entonces quería darles una buena educación a mis hijas. Sabía que el deporte era una faceta fundamental, y era consciente de que, además, era una de mis mayores carencias. Gracias al Capis, y a uno de los mejores grupos humanos con los que jamás había colaborado, podía cubrir esa laguna. Todos aquellos pensamientos pasaban por mi mente en aquel momento mientras ajustaba la cámara.
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Todo era frío y silencio. Alguna ráfaga de aire, que a mi me parecía polar, arreciaba. Será una mañana larga, creo recordar que pensé en aquel momento.
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De repente, una corredora avanza veloz. Y otra, y otras dos... Continúa el silencio, pero ahora se oyen de fondo respiraciones de esfuerzo y las zancadas de atletas corajudas.
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Y veo a María. Está muy bien colocada. Si aguanta... aguantará. Al menos eso es lo que quiero creer en ese momento mientras intento hacer mis mejores fotos. Y aguantó,
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Así que para mí, Atapuerca es María.
Soy consciente de que no soy justo. Tengo otra hija, también atleta, a la que también quiero con locura. En estos siete años he visto correr a infinidad de chavales a quienes admiro y a los que he visto crecer. En Atapuerca me he empapado hasta los huesos, he tiritado, he disparado mi cámara con los dedos insensibles y he deambulado como un zombi cuando la vida ha tenido el amable detalle de darme alguna navajada trapera. En Atapuerca he buscado la foto excelente y me ha reconfortado el caldo caliente que te ofrece un amigo; he sido testigo de las sonrisas en el triunfo y de la dignidad ejemplar de quienes lo dan todo sobre aquellas campas del demonio..
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Sí, todo eso es cierto, yo he sido testigo. Pero ni puedo ni quiero ser imparcial. Para mi, Atapuerca es una niña de trece años que corre apretando los dientes. Para mí, Atapuerca es María.

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