domingo, 25 de enero de 2015

Récord de cagada fotográfica


La de ayer ha superado todas mis cagadas anteriores. He batido mi récord.

Tengo  más de cien mil fotos de atletismo y, curiosamente, no tengo buenas fotos de mis hijas. Sigo intentándolo ;-) Ayer, lo hice en Valladolid. Me dije a mi mismo que tenía que sacar una buena de Ana, que luchaba para conseguir la mínima en el 400.

Así que me preparé en casa y reajuste la cámara. La verdad es que Valladolid no es la plaza en la que más me guste lidiar. Ignoro la razón, pero allí las fotos me salen siempre muy claras, sin embargo, sabía que Ana iba a dar el do de pecho, y que pensé que podía ser un buen momento para conseguir esa foto que busco de ella.

Ya al empezar, todo se torcía. Parecía como si la cámara se atascase, y no me obedecía. La cosa pintaba bastante fea.

Esta mañana, al ver las fotos, había doble exposición en cada toma: uno de mis ajustes para "mejorar", fue una cagada como el sombrero de un picador. Parece ser que el tránsito de ese ajuste nefasto con la memoria intermedia obligaba a tiempos de espera largos entre tomas. Vamos, esa es mi versión del desastre.

Así que estoy echando de menos la primera cámara que me compré con mi dinero. Era una Praktica 1000. Medía la luz con fotómetro que te informaba con una agujita que veías al mirar por el visor. El señor de la tienda me dijo que tenía que intentar que la agujita se quedase en el medio entre el más y el menos. Para ello, podía ajustar la velocidad de obturación, y ojo, ese modelo te permitía ir hasta disparos a 1/1000 de segundo. También podías ajustar el diafragma del objetivo, y eso ya dependía de la calidad de la óptica que pudieses permitirte con tu presupuesto. Por cierto, en aquellos lejanos tiempos, el mismo objetivo de mi cámara lo podía montar en una Canon, en una Nikon, en una Minolta... así que algunas veces, intercambiaba las ópticas con algunos amigos.

Es cierto que cada carrete solo tenía 36 fotos, y que había que hacer avanzar la película a mano, con una palanquita, y que cada foto te costaba una pasta, pero eso mismo, te exigía ser mucho más cuidadoso.

No reniego de los avances tecnológicos. Aunque algunos sean un camelo, es indudable que hemos progresado notablemente. Pero no sé porqué, hoy pienso con mi mi vieja Praktica, ya tendría una buena foto de Ana.

Por cierto, para completar el día, Ana no consiguió la mínima.

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